jueves, 13 de agosto de 2009

Leyendas de Torreblascopedro

Las Ollas de Oro
Ésta es una de las historias o leyendas más tradicionales y populares de Torreblascpedro. ¿Quién no ha tenido alguna vez el sueño de hallar un tesoro?
Corren cientos de historias que nos narran como una persona de origen humilde; (en la mayoría de las ocasiones), tiene un sueño en el cual mediante diversos procedimientos, ya sea por aparición de una virgen, de un ser querido fallecido, u otros medios más extraños (algunos de ellos dignos de una historia fantástica), se le es revelada la ubicación de una olla, ánfora, marmita u orza llena de oro y piedras preciosas.
A continuación narro dos de éstas historias.
La Virgen y el Puchero de Oro
Corría el año 1937, recién estallada la guerra civil que llevaba asolando la península cerca de un año. Paca vivía en una modesta casa con sus hijos e hijas. Su marido y hermanos se hayaban luchando en el frente. La pobreza y la penuria se habían instalado en todos los hogares, y a duras penas las familias sobrevivían con lo poco que poseían y con las cartillas de racionamiento.
Una noche, Paca acostada en su lecho junto con sus dos hijos más pequeños pedía a Dios y a la Virgen que tuviese piedad y misericordia de su familia. Rápidamente quedó dormida. Tuvo un sueño extraño aquella noche, que recordó a la prefección a la mañana siguiente.
"Paca soñó que se encontraba acostada y que sentía una paz extraña. Abría los ojos y a los pies de la cama, una dama de luz, con un manto azulado y brillante la observaba complacida.
- No temas buena mujer. – le dijo la dama de luz -. Soy María, la madre de nuestro señor.
Paca asustada, pero sosegada; miraba con dulzura a aquella mujer.
- Al igual que tú soy madre y he escuchado tus súplicas. Eres una mujer noble, honrada, trabajadora y buena madre. Por ello vengo a ayudarte. Escucha muy bien mis palabras y sigueme. – le dijo mientras la dama de luz abandonaba la casa.Paca se levantaba de la cama y seguía a la Madre del Señor.
Ambas salieron a la calle. Anduvieron largo rato hasta que llegaron a una era. Cerca, en un muro de piedras a los pies de una higuera se detuvieron.
- Escuchame y creeme Paca. Ten fe.
- Sí, señora. – contestó Paca.
- Fíjate bien en éste lugar que señalo y recuerdalo. – le dijo la dama de luz apuntando con su dedo índice al suelo -. El jueves a las 12 de la noche deberás cavar aquí. No antes ni después de esa hora, ni antes ni después de ese día. Deberás venir sola, sin que nadie se entere. Cavarás un metro y hallarás un puchero lleno de oro para que puedas sobrevivir y alimentar a tu familia.
Inmediatamente, la dama de luz desapareció. Y Paca despertó embriagada por un aroma a rosas y nardos."
Paca pensativa y asombrada por aquella revelación que había sido tan real decidió comentarselo a una de sus hermanas. Paca narró con todo lujo de detalles el sueño a su hermana Manuela.
- ¿Cómo va a ir tu sola a la era a esas horas Paquita? – exclamó Manuela sobresaltada.
- Tengo que ir hermana. Ha sido una petición de la Virgen. No tiene por qué pasarme nada.
- ¿Y si es un espíritu de alguien que te ha dicho eso?
Ambas mujeres discutieron largo rato acerca de aquel extraño sueño. Cómo es lógico, aquellas mujeres criadas en la ignorancia y en las tradiciones populares acordaron ir juntas, y en vez de a las 12 de la noche del jueves, a las 12 del mediodía del viernes.
Paca y Manuela llegaron a la era y comenzaron a cavar con una pequeña pala a los pies de la higuera. En pocos minutos habían cavado lo suficiente y hallaron un puchero muy grande y tapado. Manuela no pudo evitar dar saltos de alegría.Sin embargo una vez que lo extrajeron y lo abrieron comprobaron que no había ni una mísera moneda. Tan sólo cenizas.
La misma noche del viernes recibió Paca la visita de la dama de luz nuevamente en sueños.
- Hija, no hiciste nada de lo que te dije. Tu fe te traicionó. – dijo triste y desapareciendo.
El Perro Herido
Era una noche fría de noviembre. El cielo avecinaba lluvia. Juan había terminado de desemparejar los mulos y les había dado paja y agua para que repusiesen fuerzas, tras un duro día de trabajo. Después comenzó a colocar la montura a su caballo. Su novia vivía a 3 kilómetros del pueblo, en el cortijo donde él solía ir a trabajar y como todos los días iba a visitarla un rato. Antes de marchar, Juan se despidió de su madre y de su padre. Como siempre, su madre le decía lo mismo. Ten cuidado con las encrucijadas y con los bandoleros que asaltan en los caminos. Y ten cuidado con las ánimas herrantes. Juan asentía para hacer ver a su madre que la escuchaba. Aunque él no creía en cuentos de viejas, como solía decir.
Montó su caballo y comenzó su trayecto. Poco después de salir del pueblo comenzó a llover. Se colocó su capa para resguardarse de la lluvia y prosiguió su camino. A mitad de camino, en una encrucijada ocurrió algo extraño. El caballo tenía dificultad para caminar y Juan notaba un gran peso a su espalda. Se giró para comprobar que estaba ocurriendo y a lomos del caballo viajaba un enorme perro negro. Juan frenó el caballo haciendo que se alzase. El perro se tiró al suelo permaneciendo quieto mirándolo. Juan se bajó del caballo y tomó una piedra del suelo. Acto seguido se la lanzó al cánido negro atinándole en la cabeza. El animal desapareció entre las sombras.
Finalmente, Juan, llegó a casa de su novia. Una vez sentados frente a la hoguera comenzó a explicarle lo que le había ocurrido en el camino.
- ¡Ay Juan que miedo! ¿Y por qué lo has aporreado, si no te ha hecho nada el perro?
- De eso me arrepiento. Pobre animal. – dijo Juan de corazón.
Después de comentar aquello, Juan habló con su novia acerca de los planes que tenían de casarse. María era de una familia con posibles. Juan era el hijo del panadero, pero no tenía suficiente para costear la boda. De modo que se tenía que resignar a esperar mientras notaba que cada vez perdía más a su amor.
Juan decidió volver de nuevo al pueblo, ya que la lluvia le otorgaba una tregua. Montó su caballo y se marchó.A pocos metros, cerca de la encrucijada vió una sombra animal. Era el mismo perro que se había subido al caballo. Se acercó un poco más ycomprobó que del ojo y la cabeza del can emanaba sangre. Descendió de su caballo y se rasgó una manga de su camisa. Acto seguido la utilizó a modo de vendaje, cubriendo el ojo y la sien del animal. Juan montó en su caballo y comenzó a llamar al perro, para que éste lo siguiera, pero el animal permaneció quieto, impasible ante la invitación del jinete.
- No te voy a seguir jinete. – dijo el perro con tono sereno -.
Juan se quedó helado al escuchar hablar al animal.
- ¿Puedes hablar? – le preguntó con la voz nerviosa -.
- Sí, ¿acaso no me estas oyendo? – dijo carcajeandose el animal -.Juan no daba crédito.
- ¿Qué quieres de mí? – preguntó Juan -.
- Me has hecho una buena herida, aunque por otro lado te has dignado a curarme, de modo que te voy a proponer una prueba. Dependo lo que hagas irá mejor o no tu vida.
- ¿Qué tipo de prueba? – preguntó Juan intrigado -.
- Es muy simple, tan sólo deberás cavar bajo el árbol de la puerta de la iglesia. Deberás ir dentro de 3 noches. Cuando el campanario marque las 12. Una vez que de la última campanada; comienza a cavar. Tendrás una hora. Deberás hacerlo solo. Nadie debe ayudarte ni acompañarte. Si haces lo que te digo encontrarás una olla de oro y un collar. Deberás traerme el collar esa misma noche. El dinero será para ti. ¿Entendido?
- Entiendo. ¿Y si no lo hago? – preguntó asustado Juan -.
- Si no lo haces perderás algo que es valioso para ti.
El animal vendado desapareció sin dar más instrucciones.
Juan llegó a su casa y explicó a sus padres lo ocurrido aquella noche. Su madre lloraba desconsolada. Era una mujer muy supersticiosa y sabía que un alma herrante se le había aparecido en forma de animal. Juan estaba dispuesto a cumplir con la petición del animal pero sus padres no querían. Así que acordaron ir al mediodía de la mañana siguiente.
Un gran revuelo se armó en el pueblo. Pronto todos los habitantes conocieron lo que le había ocurrido al hijo del panadero y armados con palas y picos, se fueron agolpando ante la puerta de la Iglesia y comenzaron a cavar bajo el árbol. Juan se lió a cavar también. Tras hacer un pequeño hoyo encontró un puchero no muy grande. Todo el mundoesperó expectante a que lo abriese. Sólo hayó cenizas. Ni oro ni collar alguno.
Juan se marchó a casa triste y decepcionado. Pero unas palabras resonaron en su mente: "Si no lo haces perderás algo que es valioso para ti." ¿Qué podría perder? Se preguntó.
Inmediatamente llamaron a la puerta. Un perro enorme había atacado a su novia maría la cuál había muerto destrozada. Tan solo un collar se encontró de ella. Collar que Juan guardó con pena para el resto de su vida.
Leyendas populares de Torreblascopedro.Escritas por: FELIPE MORENO SERRANO